Información práctica sobre el correcto funcionamiento de las válvulas cardiacas. El correcto funcionamiento de las válvulas cardiacas es vital para que la sangre no fluya anárquicamente dentro del corazón.

Problemas valvulares

Su corazón es un potente músculo que bombea la sangre para llevar oxígeno y nutrientes al resto del organismo. El corazón, en su interior, está dividido en cuatro cavidades, las dos superiores o aurículas son de paredes finas y sirven como depósitos. Las otras dos cavidades llamadas ventrículos derecho e izquierdo, son de paredes más gruesas y el bombeo de la sangre. La sangre debe recorrer estas cuatro cavidades y para ello, la función de las válvulas es fundamental, pues actúan de “puertas” evitando que la sangre se desplace de manera anárquica a través de estas cuatro cavidades.

Nuestro corazón tiene cuatro válvulas constituidas por un tejido fino pero fuerte que se abren y cierran conforme el corazón se contrae y se relaja.

Esta operación se repite unas 100.000 veces al día.

¿Qué problemas pueden plantear las válvulas?

Las válvulas cardíacas no siempre funcionan como debieran. Una válvula puede no ser normal en el momento del nacimiento y necesitar una reparación inmediata. Si se trata de un defecto menor puede no ser detectado, pero la válvula llegará a deteriorarse con el tiempo.

En otras ocasiones una válvula normal puede dañarse como consecuencia de ciertas enfermedades, como la fiebre reumática o las infecciones bacterianas. La evolución del problema suele ser muy lenta y las válvulas van perdiendo poco a poco su movilidad y flexibilidad. Los procesos propios del envejecimiento pueden ser también los responsables del deterioro de las válvulas.

Como vemos, las causas pueden ser múltiples, pero los más habituales son las siguientes: la estenosis valvular y la insuficiencia valvular.

Estenosis e insuficiencia

Estenosis valvular

En este caso, el problema fundamental es la fusión de las hojas de la puerta. Debido a la calcificación de los espacios entre las mismas, se produce un estrechamiento o bloqueo de la salida de la sangre. Esto supone una sobrecarga en el trabajo del corazón, ya que tiene que pasar la misma cantidad de sangre por un espacio más reducido. Consiste en la fusión de las hojas de la puerta, debido a la calcificación de los espacios entre las mismas.

Se produce un estrechamiento o bloqueo de la salida de la sangre.

Insuficiencia valvular

En este caso, la válvula se va debilitando, siendo incapaz de cerrarse adecuadamente. Por lo tanto, no puede retener la sangre que ha sido enviada y una parte de ella regresa a la otra cavidad. Las válvulas Aórtica y Mitral suelen ser habitualmente las dos más afectadas, si bien en ocasiones la Tricúspide también se ve dañada.

En muchas ocasiones los problemas vienen asociados. Es frecuente que la afectación involucre a más de una válvula. En cualquier caso, el deterioro de una o más válvulas repercute de forma directa en el trabajo que realiza el corazón, pudiendo con ello provocar que se vaya haciendo más grande. Como consecuencia, el corazón pierde paulatinamente la fuerza que le es necesaria para enviar la sangre a todo el organismo. Consiste en el debilitamiento de la válvula, que se vuelve incapaz de retener la sangre enviada, por lo que una parte de ella regresa a la otra cavidad.

La operación

¿Cómo sé que ha llegado la hora de operarme?

Es la duda más frecuente, sobre todo en personas que conocen su problema de tiempo atrás. El cardiólogo vigila al paciente a través de revisiones periódicas para controlar que el resto del corazón no se vea afectado.

Si bien es cierto que durante un largo tiempo la medicación mantiene la situación de forma estable, la sintomatología (fatiga, sensación de ahogo, mareos…) se dispara de forma alarmante en los últimos meses.

La operación será necesaria cuando el resto de su corazón se vea amenazado por este problema. Es entonces cuando su médico determinará que la intervención quirúrgica es necesaria.

¿En qué consiste la operación?

En la mayoría de los pacientes la intervención constituirá un cambio de su válvula estropeada por otra nueva. En algún caso puede ser posible la reparación de su propia válvula, pero en la mayoría de los casos la sustitución de la válvula es necesaria.

Existen dos tipos de válvulas que pueden reemplazar a la suya. En términos generales podemos hablar de prótesis biológicas y mecánicas. La decisión sobre la válvula a poner dependerá del historial médico de cada persona. Por tanto, la decisión se tomará de forma totalmente individualizada.

En cuanto al funcionamiento y a la calidad, no existen diferencias entre ambas prótesis. Las válvulas biológicas, debido al tejido que las forman, provocan a lo largo del tiempo una fatiga importante, lo que puede hacer necesario su cambio entre los 10-15 años. Están hechas, en su mayor parte, a partir de tejidos de origen animal, adecuadamente tratados para evitar rechazos inmunológicos.

Por otro lado, las válvulas mecánicas, cuya apariencia no es tan similar a las nuestras, funcionan también de forma óptima, pues el material utilizado es de buena calidad y no se produce ningún rechazo por parte del organismo. Este tipo de prótesis no tiene el desgaste de la anterior, por lo que en principio sería definitiva (en principio, porque las biológicas también deberían serlo).

Con una válvula biológica, precisará tomar medicación antiagregante (AAS, Adiro) de forma permanente.

Por otro lado, con una prótesis mecánica es necesario tomar de por vida una medicación anticoagulante que impida que cualquier pequeño coágulo dificulte el funcionamiento de la misma, se trata del “Sintrom”.

Infección – Coagulación

Cuidado con las infecciones

Sea cual sea el tipo de válvula que le hayan implantado, deberá tener especial precaución con las infecciones, sobre todo con aquellas que afecten a la garganta y a la boca (no sólo se trata de los dientes), ya que acostumbra a ser la vía de acceso más rápida de los gérmenes al torrente sanguíneo y, por tanto, al corazón y sus válvulas.

A pesar de que es importante realizar un seguimiento, nunca debe dejarque su “problema” le obsesione. Basta con tener en cuenta cuáles son sus peligros.

¿Qué son los anticoagulantes?

Son substancias que retrasan el tiempo de coagulación de la sangre o, lo que es lo mismo, consiguen que no se formen coágulos con tanta facilidad. El más usado en España es el Sintrom, que es de manejo muy seguro y en caso de hemorragia, existe un antídoto. Necesita realizarse controles periódicos en su ambulatorio para garantizar unos niveles de anticoagulación seguros, se mide el INR. Existen otros tipos de anticoagulantes que se emplean en aquellas personas que no toleran el Sintrom o en las que no ejerce la acción deseada. Hoy en día, se están comercializando unos nuevos anticoagulantes, que en principio no precisan control de forma periódica del INR, pero no están indicados en paciente con recambio valvular. También tienen el mismo riesgo de hemorragia que el Sintrom, pero a diferencia carecen de antídoto en caso de hemorragia.

¿Es un tratamiento usual?

El grupo de personas en las que está indicado un tratamiento anticoagulante es cada vez más amplio, se utiliza en personas que tienen algún riesgo de sufrir una trombosis y/o embolias, la hayan tenido o no con anterioridad.

Podríamos reducirlos en los siguientes grupos:

  • Portadores de prótesis valvulares cardíacas, especialmente las mecánicas.
  • Personas con trastornos del ritmo cardiaco, como Fibrilación Auricular…
  • Personas con lesiones en las válvulas del corazón.
  • Personas que han padecido trombosis.
  • Personas que de nacimiento tienen un defecto en su sangre, haciéndolas propensas a sufrir trombosis.

¿Cuál es la dosis correcta?

Inicialmente el hematólogo (especialista en el estudio, tratamiento y problemas de la sangre) suele recomendar una dosis que calcula en función de su constitución física.

Puesto que cadaorganismo reacciona de distinta manera, a los 3 ó 4 días realizará una prueba de control reajustando la dosis si es necesario. Se trata de conseguir con la mínima dosis el efecto deseado.

¿Dónde se realizan los controles de coagulación?

Se realizan en centros que dispongan de un hematólogo. Hasta hace unos años sólo se encontraban en Centros Hospitalarios, pero hoy en día muchos Centros de Atención Primaria cuentancon ellos. Actualmente se dispone de aparatos para que incluso el paciente pueda realizar estos controles en su propio domicilio.

¿Cuándo y cómo hay que tomarlo?

El anticoagulante se debe tomar siempre en la misma franja horaria todos los días. Es importante que sea siempre con una variación de la hora no superior o inferior a 4 horas.

En este sentido es muy útil crear hábito. Si existe una comida o una situación que diariamente se hace aproximadamente a la misma hora, conviene asociarla a la medicación.

Complicaciones

¿Qué hay que hacer si olvida tomar una dosis?

Si se le olvida tomar una dosis a su hora habitual, puede tomarla a otra hora siempre que sea en el mismo día (por lo que no es conveniente habituarse a tomarla pasadas la 12 de la noche).

Nunca tome al día siguiente la dosis doble, sino únicamente la dosis de ese día.

Muchas veces la dosis a tomar no es la misma cada día, por ello es muy recomendable disponer de un pastillero en el que poder repartir las dosis semanales. De esta forma, podrá llevar un control más riguroso y sabrá siempre las dosis que ha tomado y las que le quedan por tomar.

Complicaciones de los anticoagulantes

En ocasiones la anticoagulación presenta una serie de reacciones, siendo la más común el aumento de las hemorragias. Describiremos a continuación las más frecuentes y su importancia:

  1. Por la nariz:
    si le ocurriera, haga presión sobre el lado del tabique nasal por el que sangre. En caso de no conseguir que la hemorragia se detenga, coloque en el orificio un tapón con algún hemostático (pregunte a su hematólogo cuál es el más apropiado para usted). Si a pesar de esto el sangrado continúa, acuda al Servicio de Urgencias más próximo advirtiendo que está tomando anticoagulantes.
  2. Por la encía:
    las encías son otro lugar de posible sangrado, especialmente al cepillarse los dientes (recuerde utilizar un cepillo blando). El sangrado en esta zona no suele durar mucho tiempo y rara vez tendrá la suficiente importancia como para realizar un control de anticoagulación antes de la fecha prevista.
  3. Hemorragia conjuntival:
    las hemorragias en los ojos se deben generalmente a la rotura de pequeños capilares provocado por un estornudo, golpe de tos, etc. No suele tener relación con la anticoagulación.
    Aunque no haya signos de sangrado, en el supuesto de que sufra pérdida más o menos marcada de la visión de un ojo o dificultades para definir el contorno de los objetos, debe consultarlo con su médico lo antes posible o, de no ser posible, acudir al Servicio de Urgencias más próximo.
  4. Esputos con sangre:
    casi con seguridad no se pueden achacar al tratamiento anticoagulante, sino más bien a algún tipo de inflamación en la traquea o garganta. Es conveniente hacérselo saber a su médico de cabecera para que él determine su importancia.
  5. Sangre en orina:
    en este caso debería consultárselo rápidamente a su hematólogo. Puede ser debido a un exceso de anticoagulantes, a un cálculo renal o a una infección urinaria. Sea cual sea el motivo, beba mucha agua (de 2 a 3 litros por día), y acuda a la mayor brevedad a su hematólogo.
  6. Heces con sangre:
    Si las heces presentan un aspecto oscuro y coinciden con determinadas comidas (calamares en su tinta, espinacas…), o está tomando algún medicamento con hierro, probablemente ese será el motivo. Si no es éste el caso, puede ser debido a una hemorragia digestiva alta ó úlcera sangrante, por lo que conviene acudir a un servicio de urgencias. Si el color de la sangre en las heces es rojo vivo, puede ser debido a unas hemorroides, una fisura o un estreñimiento. Sin embargo, aunque estos casos resulten molestos, no tienen importancia, pero al hacerse el control debería comentarlo con el hematólogo.
  7. Hemorragias cerebrales:
    habitualmente irían asociadas a un traumatismo craneal, como en el caso de las caídas, estos pacientes precisan valoración en un Sº Urgencias siempre que se asocia un traumatismo craneal y más si ha habido una pérdida de conocimiento.
  8. Hematomas o moratones:
    suelen ser debidos a pequeños golpes en la zona donde aparecen, pero si ocurriera de manera espontánea y sin motivo aparente, debe consultarlo con un médico para que se determine su importancia.
  9. Hemorragias vaginales:
    esta medicación no provoca hemorragias vaginales. En el caso de que le ocurriera, comuníquelo a su hematólogo, pero es el ginecólogo quien debe de valorarlo 0y estudiar el motivo.

Hemorragia – Dieta – Heridas

¿Cómo se previene un hemorragia?

  1. Bajo ningún concepto cambie por su cuenta la dosis de anticoagulante prescrita.
  2. No tome ningún medicamento sin que su médico lo sepa y, a ser posible, póngalo en conocimiento de su hematólogo. Hay medicaciones que pueden interferir con la acción de los anticoagulantes, sobre todo aquellas que contienen ácido acetil-salicílico (aspirina). Existen otros que las pueden sustituir.
  3. El control de coagulación debe realizarlo en la fecha prevista, salvo urgencias. La frecuecia se la indicará el hematólogo, siendo el tiempo medio de unas 5 semanas.
  4. Tome siempre el anticoagulante en la misma situación para crear hábito.
  5. Las inyecciones intramusculares pueden provocar un hematoma, llegando en ocasiones a comprimir un nervio, lo que puede provocar una ciática.
  6. No varíe bruscamente su régimen de vida o dieta, y mucho menos sin avisar a su médico. En caso de diarrea, consulte con su médico de cabecera y tome abundante líquido (agua de limón, limonada alcalina…). Cuando la frecuencia de las deposiciones disminuya, podrá hacer una dieta blanda a base de yogurt, arroz hervido, etc.
  7. En caso de presentar algún tipo de sangrado o hematoma sin golpes previos, debe acudir a su hematólogo para, si lo considera necesario, hacerle un control de anticoagulación.
  8. Si necesita acudir al médico o al dentista, advierta siempre su que está tomando anticoagulantes.

El paciente y la dieta

Una persona que recibe tratamiento anticogulante puede y debe alimentarse de forma equilibrada. Por el hecho de empezar a tomar anticoagulantes no debe variar su dieta. Es recomendable no abusar de alimentos flatule tos o que produzcan gases (coliflor, berza, alubias, etc.). Esto no quiere decir que prescinda totalmente de ellos. Tomar de vez en cuando estos alimentos no le perjudicará.

Por otro lado, no es conveniente que una persona que toma este tipo de medicamentos sea vegetariana.

Respecto a la bebida, no conviene abusar del alcohol ni de las bebidas carbónicas. Si tiene por costumbre tomar un vaso de vino en la comida, puede seguir haciéndolo siempre que no supere esta cantidad.

La anticoagulación y las heridas

Normalmente las pequeñas heridas no constituyen ningún problema ya que dejarán de sangrar simplemente presionando sobre ellas. Sin embargo, será necesario hacer un vendaje apretado sobre las heridas un poco mayores en las que la presión no es suficiente. Si, a pesar de esto, la herida continúa sangrando, es conveniente acudir a un centro sanitario.

Si sufre la picadura de algún insecto, póngale hielo, limpie la zona y aplique sobre la misma una pomada que contenga corticoide en su composición.

La anticoagulación en la mujer

Anticonceptivos

Los anticonceptivos, en general, están contraindicados. Los orales (pastilla) por su interacción con los anticoagulantes, y los de acción mecánica (D.I.U) por la posibilidad de originar pequeñas erosiones propensas a sangrar. Debe consultar con su ginecólogo las soluciones alternas a estas.

Embarazo

Si cree estar embarazada confírmelo cuanto antes. Si la prueba es positiva comuníquelo a su hematólogo con la mayor brevedad. Él le indicará un nuevo tratamiento anticoagulante. Lo más probable es que le suspendan temporalmente el tratamiento actual y lo cambien porheparina. Pasados los tres primeros meses del embarazo, puede volver al tratamiento inicial, haciéndose los controles con mayor frecuencia. Al final del embarazo posiblemente le vuelvan a poner heparina. La mujer embarazada tratada con anticoagulantes que se encuentre en una situación delicada, deberá seguir las recomendaciones de su hematólogo.

La anticoagulación y las vacaciones

La persona tratada con anticoagulantes puede realizar cualquier actividad que desarrollara con anterioridad. Sólo es necesario tener en cuenta algunos puntos:

  1. Debe asegurarse que lleva consigo la cantidad de medicamento necesaria para el tiempo que vaya a estar fuera de su residencia habitual.
  2. Antes de salir de vacaciones, debe de realizarse un control de coagulación y comunicarle a su hematólogo que piensa salir de vacaciones, a fin de que, si éste lo estima oportuno, le de algunas recomendaciones para ese tiempo vacacional.
  3. Infórmese de antemano cuál es el centro más próximo al sitio al que se dirige, donde poder realizarse un control en caso necesario.
  4. Lleve consigo algún medio de identificación que advierta de que toma anticoagulantes (tarjeta de anticoagulación, informe médico, carné, etc.).
  5. Lleve, por si fuese necesario, algún material de cura para emergencias (pequeñas heridas, dolor de cabeza, picadura de insectos, etc.).

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