Una cirugía cardíaca compleja para retirar la metralla del corazón
La cirugía, a cargo del servicio de cirugía cardiovascular de Policlínica Gipuzkoa duró ocho horas y ha sido un éxito.
Para preparar el abordaje quirúrgico, el equipo de cirugía cardiaca dispuso de un modelo anatómico en 3D del corazón del paciente, obtenido a partir de los estudios realizados por Biogipuzkoa.
El equipo de cirugía cardiovascular de Policlínica Gipuzkoa ha realizado con éxito una compleja cirugía cardiaca para retirar la metralla del corazón de un paciente que presentaba un diagnóstico incierto de cardiopatía congénita. Cuando su caso llegó al servicio de cirugía cardiovascular de Policlínica Gipuzkoa, liderado por el cirujano cardíaco Ignacio Gallo y concertado por el servicio vasco de salud, les llamó la atención lo llamativo de la sintomatología. Como indica el cirujano cardíaco que dirigió la operación, Alberto Sáenz, “parecía claro que la sintomatología se había producido a partir de un bombardeo, por eso nos extrañó que le dijeran que era una lesión congénita y pronto dedujimos que se trataba de una fístula traumática, que es una lesión poco habitual a la que es difícil sobrevivir sin cirugía”.
El caso del paciente fue estudiado por una comisión multidisciplinar integrada por radiólogos intervencionistas, hemodinamistas, cardiólogos y cirujanos cardíacos. Inicialmente se valoró el abordaje mínimamente invasivo a través de técnicas percutáneas, valorando los posibles riesgos y, finalmente, “decidimos que lo mejor era la cirugía a corazón abierto” afirma el cirujano cardiovascular Alberto Sáenz.
El paciente, un hombre joven que ahora tiene 38 años, resultó herido en el corazón durante un bombardeo en la guerra de Siria en 2012. Fue trasladado herido de gravedad a un hospital allí y más tarde relata que huyó al Líbano. Como no se encontraba bien fue a un hospital donde le indicaron que le tenían que operar, pero que se trataba de una cirugía de alto riesgo y que podía morir. Le recomendaron además que lo consultara con su familia, al tiempo que le informaron que la cirugía tenía un coste aproximado de 20.000 dólares. Le indicaron asimismo que se trataba de una lesión congénita y no la relacionaron con la herida del bombardeo.
El paciente, que llegó a San Sebastián en febrero de 2023, reconoce que si no se operó en el Líbano fue porque no tenía el dinero y porque además sólo le ofrecían un 10% de probabilidades de sobrevivir a la cirugía. Decidió apuntarse en el programa de Naciones Unidas y fue así como logró salir del país al necesitar atención médica urgente y llegó a España, junto con su familia, dentro de un programa de protección internacional a principios del año pasado.
¿Cómo es posible que haya podido aguantar tantos años?
El caso ha despertado un gran interés en el equipo médico que lo ha estudiado, ya que según afirman, se trataba de un caso extraordinario porque para que el corazón del paciente pudiera mantener su función necesitaba triplicar el volumen de sangre que manejaba, ya que buena parte de la sangre se escapaba por el orificio de la herida. “De no haber sido operado -afirma el cardiocirujano Alberto Sáenz- hubiera llegado un momento que ese corazón hubiera capotado y hubiera sido una limitación tremenda para la vida de este hombre, que ha tenido que sufrir ya muchísimo todos estos años”.
“La metralla había roto la aorta -afirma Ignacio Gallo, jefe del servicio de cirugía cardíaca de Policlínica Gipuzkoa- y lo increíble de este caso es que como si de un dedo de Dios se tratara, ese espacio roto se había solapado con las estructuras internas del tórax, que taponaron la herida milagrosamente durante todo este tiempo de forma natural, facilitando que haya podido permanecer con vida hasta ahora”.
Los estudios médicos, incluyendo un eco-TT y un AngioTAC, revelaron una fístula arteriovenosa dependiente del cayado aórtico y una complicada red de dilataciones venosas. “Las consecuencias de la fístula es el agrandamiento del corazón, porque la sangre está llegando al corazón por un sitio inadecuado, de ahí la dilatación de sus dos ventrículos cardíacos. Era especialmente llamativa la dilatación de la yugular, que hacía que presentara un cuello un tercio mayor y en el que se observaba el latido”, explica el cirujano cardíaco Alberto Sáenz.
La complejidad de la operación radicaba en la localización de la fístula y el crecimiento significativo de las estructuras venosas alrededor del cayado aórtico y la carótida izquierda.
Para superar estos desafíos, el servicio de cirugía cardiovascular de Policlínica Gipuzkoa ha contado con la colaboración de la plataforma multidisciplinar de impresión 3D de Biogipuzkoa, que creó un modelo anatómico del corazón del paciente en tres dimensiones, obtenido a partir de las imágenes tridimensionales de los estudios diagnósticos, facilitando con ello la preparación de la estrategia del abordaje quirúrgico.
“Se trataba de un caso excepcional -afirma el cardiocirujano Ignacio Gallo-, de los que sobreviven pocos porque no hay casos reportados de esta índole. Por eso se decidió operarle con todas las garantías, mediante hipotermia profunda, con circulación extracorpórea, para garantizar el funcionamiento de todos los órganos vitales: cerebro, hígado, riñones. Se trataba de abrir la aorta, localizar la fístula, cerrar y hacer el camino inverso, hasta reanimar al paciente y ver que todo vuelve a funcionar correctamente”.
La cirugía se llevó a cabo el 18 de enero. El cirujano cardiovascular que dirigió la cirugía, el doctor Alberto Sáenz, confirma que se realizó mediante circulación extracorpórea, con hipotermia profunda del paciente y parada circulatoria bajo perfusión cerebral anterógrada. Durante la intervención, se abrió el cayado aórtico hasta la base de la carótida izquierda, permitiendo el cierre directo de la fístula arteriovenosa de cayado aórtico y tronco venoso innominado.
Tras la cirugía, que duró ocho horas, el paciente fue trasladado a la Unidad de Cuidados Intensivos donde permaneció en observación las primeras 48 horas y después fue trasladado a la planta de hospitalización. La evolución postoperatoria ha sido muy favorable, y el paciente fue dado de alta el 25 de enero.
El cirujano cardíaco Alberto Sáenz destaca lo curioso de este caso, porque “claro que hemos realizado cirugías de esta dificultad y más, pero es difícil ver recientemente este tipo de fístulas, porque son más propias de heridas de guerra”. En palabras de Ignacio Gallo, “El paciente ahora va a rescatar la función cardiaca en pocos meses y su corazón recuperará su tamaño original, por lo que podrá hacer vida normal”. El propio paciente lo reconoce ya, “noto mucha diferencia y me encuentro mucho mejor, ahora mi sueño es poder trabajar para dar una vida digna a mi mujer y a mis tres hijos”.