«No existe una clara correlación entre los hábitos y los tumores de las glándulas salivales»

El Dr. Carlos Chiesa, otorrinolaringólogo de Policlínica Gipuzkoa, analiza la manifestación, causas y tratamiento de esta patología tumoral en un artículo publicado para la sección ‘Salud y bienestar’ del Diario Vasco.

A pesar de que la patología de las glándulas salivales es «relativamente infrecuente» en la población general, lo cierto es que es una realidad. También lo son las tumoraciones que afectan a este órgano que, pese a que tal y como explica el otorrinolaringólogo de Policlínica Gipuzkoa Carlos Chiesa, «dentro de los tumores de cabeza y cuello son de los menos frecuentes», merece la pena conocer su manifestación, causas y tratamiento.

Pudiendo aparecer en cualquiera de las glándulas salivales, y siendo «algo más frecuentes» en las glándulas mayores como la parótida o la submaxilar, los tumores y su ubicación guardan una «relación directa» con su condición cancerosa: «Son más frecuentes los tumores benignos en las glándulas más grandes; y los malignos, en las glándulas mas pequeñas».

Si se hace referencia a la estadística, el 20% de los tumores en la parótida van a ser malignos, un porcentaje que sube al 50% en el caso de la submaxilar y que puede alcanzar hasta el 90% en la sublingual y las glándulas salivales menores.

Son más frecuentes los tumores benignos en las glándulas más grandes; y los malignos, en las glándulas mas pequeñas

Por todo ello, es importante estar atento a la manifestación de esta lesión. El Dr. Chiesa explica que «lo normal es que este tipo de tumores debuten como una masa o bulto palpable a nivel cervical, en la celda parótida o submaxilar, o a nivel de la cavidad oral cuando afecte a una glándula salival menor y en el suelo de la boca cuando lo haga a la glándula sublingual».

En ese sentido este profesional realiza un llamamiento a que «cualquier paciente que experimente un crecimiento anormal y que note o palpe un bulto en la celda parotídea o submaxilar debería acudir al otorrinolaringólogo».

Prevención y cirugía

Pero, ¿Qué provoca esta patología y cómo se puede prevenir? Lo cierto es que «entre los hábitos y la aparición de estos tumores (en las glándulas salivales) no existe una clara correlación» y, por lo tanto, «no es posible o necesario realizar ninguna actividad concreta para prevenirlos». Sin embargo, existe una excepción: el tumor de Warthin, cuya aparición «se asocia al consumo de tabaco», apunta el Dr. Chiesa.

Las incisiones quirúrgicas intentan esconder las cicatrices para que el paciente tenga el beneficio de una cirugía con mínima cicatriz y mucho mejor aspecto

El tratamiento habitualmente indicado para los tumores, tanto benignos como malignos, suele ser la cirugía, aunque «hay casos concretos y específicos en los que, a determinados pacientes, algunos tumores benignos no son necesarios de extirpar y se puede realizar un seguimiento».

Además de la extirpación, en la cirugía es también importante realizar un abordaje mínimamente invasivo y estéticamente correcto. Para ello, se utilizan diversos tipos de incisiones -de lifting, o en v- que «intentan esconder las cicatrices entre los pliegues o arrugas cutáneas, así el paciente tendrá el beneficio de una cirugía con mínima cicatriz y mucho mejor aspecto». Junto a ello, y con el objetivo de que el contorno facial no se vea afectado también en algunos casos, «se utiliza la disección de ciertos músculos del cuello para poder generar un relleno en el espacio extirpado».

El proceso de recuperación postoperatoria suele ser de entre tres y cinco días, y se recomiendan otros 10 y 15 días de reposo relativo

Recuperación y riesgos

La intervención de la patología tumoral en las glándulas salivales es cirugía mayor y, por lo tanto, se recomienda que el paciente esté ingresado entre 24 y 48 horas, alcanzando las 72 horas «si la disección es muy amplia, porque se utilizan unos sistemas de drenaje de vacío que evitan la aparición de complicaciones» como la infección.

Pero no es el único riesgo posoperatorio que existe. Las cirugías en la glándula parótida acarrean «un riesgo, de aproximadamente el 20%, de que haya una lesión transitoria del nervio (neuropraxia), que puede quedar inactivo durante un periodo de tiempo». A los seis meses, la recuperación completa del nervio podrá ser total, aunque en un 4% de los pacientes puede haber una lesión definitiva.

Para prevenir este riesgo, el Dr. Chiesa explica que hay diversos factores a tener en cuenta. El primero, que el acto quirúrgico lo realice un cirujano experimentado, «porque es necesario conocer una serie de relaciones anatómicas que nos van a orientar»; y el segundo, la realización de una disección muy meticulosa apoyada, además, en la monitorización del nervio facial, es decir, «en un mapeo de la actividad del nervio durante la disección del tumor de la glándula».

Si todo va bien, el proceso de recuperación posoperatoria suele ser de entre tres y cinco días, aunque al paciente antes de volver a un «nivel de vida habitual» se le recomendará estar entre 10 y 15 días de «reposo relativo», debido a que las cicatrices «se ubican en zonas de tensión a la movilidad, tanto cervical como facial».