La neurofisióloga de Policlínica Gipuzkoa, Ana Arena

Ana Arena: “Los niños duermen menos de lo que necesitan y puede tener consecuencias en su desarrollo cognitivo”

La falta de sueño es especialmente dañina para la salud, hasta el punto de que si se convierte en crónica reduce la esperanza de vida, según un estudio del University College de Londres. La NASA ha alabado los beneficios de la siesta, subrayando que el bienestar que ofrece es incomparable a cualquier otra solución médica. El estudio determina que un sueño de 26 minutos ayudaría a mejorar un 34% el rendimiento de los trabajadores. En verano es importante mantener un ritmo de sueño regular. Intentar levantarnos y acostarnos a una hora parecida. Además, es importante mantener una buena temperatura en la habitación (18-20 grados) y no abusar de los ventiladores y aires acondicionados.

Podemos aguantar más tiempo sin comer y sin beber, que sin dormir. Un buen descanso es esencial para tener una buena salud, ya que se ha comprobado que una persona que tiene malos hábitos o falta de sueño a lo largo de su vida, tiene una repercusión directa en su bienestar, teniendo mayor probabilidad de padecer distintas patologías, así como aumentar el riesgo de sufrir enfermedades cardiacas. Por eso es importante que los niños adquieran un hábito correcto de descanso. “Los niños en la actualidad duermen menos de lo que necesiten sin darnos cuenta de que esto puede tener consecuencias en su desarrollo cognitivo”, asegura la neurofisióloga Ana Arena de Policlínica Gipuzkoa.

Un descanso que es necesario para recuperar nuestras funciones biológicas, neurológicas, hormonales e inmunológicas, entre otras. “Dormir mal puede provocar a corto plazo somnolencia diurna, dificultad para concentrarse, alteración del estado de ánimo y si este mal descanso se cronifica, puede ocasionar depresión, problemas sexuales, alteración de la memoria, fallos en el sistema inmunitario u obesidad”, explica la Dra. Arena, y da algunas pautas para dormir mejor en verano, “es importante mantener un ritmo de sueño regular, levantarnos y acostarnos a una hora parecida, y mantener una temperatura agradable en la habitación, unos 19 grados, así como evitar ruidos o tomar café seis horas antes de irnos a dormir”.

Existen varios patrones de sueño teniendo en cuenta la eficiencia y los hábitos de sueño: los “dormidor corto” (menos de 7 horas de sueño), “dormidor largo” (9-10 horas de sueño), “matutino” (se acuesta y se levanta temprano) y “vespertino” que tiende a acostarse muy tarde y levantarse también tarde por la mañana. Los que duermen de 7 a 9 horas se consideran “normodurmientes” y son la mayoría de los adultos.

La siesta sí, pero sin excederse

La siesta es el momento de desconectar y que nuestro cuerpo y cabeza desconecten del ajetreo del día para poder retomarlo con más claridad y energía. “La siesta es recomendable, pero no se debería exceder de los 20-30 minutos, y preferiblemente debería realizarse después de comer”, apunta la especialista. Respecto a los niños, para la doctora Arena es importante adecuarla a las edades, “los niños necesitan dormir siesta hasta los 3-5 años como parte de su distribución de sueño normal. A partir de esa edad depende de cada niño, por eso se debe individualizar cada caso y regular la duración de la siesta para que no perjudique a su descanso nocturno”.

Trastornos del sueño

Desde la Unidad del Sueño de Policlínica Gipuzkoa, abordan distintas patologías relacionadas con el descanso, y que llegan a ser muy variadas. “Síntomas de alertas claros de tener una enfermedad relacionada con el sueño, es tener una somnolencia diurna, y mal descanso en pacientes que duermen muchas horas, también el ronquido intenso o el que se acompaña con pausas respiratorias, así como conductas anómalas durante el sueño; alucinaciones al despertar, siestas inevitables en situación no apropiada, molestias en piernas a última hora del día y en la cama, etc”. Asimismo, en los niños signos de alerta son cualquier tipo de ronquido, las pausas respiratorias, la alteración del comportamiento nocturno o diurno alternándose somnolencia e hiperactividad, la hipertrofia amigdalar y los despertares nocturnos frecuentes.

Respecto a los posibles tratamientos, la neuróloga asegura que, “los fármacos hipnóticos no son el tratamiento de primera elección para el insomnio. Hay que buscar la causa del insomnio y empezar tratando esta causa, valorar los hábitos de sueño y realizar un diagnóstico y un tratamiento individualizado”, y concluye, “con una adecuada colaboración del paciente la mayoría de los problemas del sueño tienen solución y todos podemos llegar a dormir mejor”.