Muerte súbita y deporte

Dr. Eduardo Alegría Ezquerra. Jefe Del Servicio De Cardiología Integrada De Policlínica Gipuzkoa

Toda muerte repentina es una tragedia. Más aún si quien la padece es una persona joven hasta entonces sana. Y si además es conocida, surgen inevitablemente alarmas y especulaciones, y también dudas. Lejos de mi intención referirme al caso concreto del futbolista trágicamente fallecido hace unos días, sobre el cual no tengo más información que la que se ha publicado, pero sí debe de servir para plantearnos algunas reflexiones. Por ello, me limitaré a aportar mi respuesta a algunas cuestiones que a los especialistas en cardiología se nos plantean frecuentemente en estos momentos, relacionadas con las enfermedades del corazón y el deporte.

¿Es posible que un deportista joven y entrenado muera del corazón? Aunque raro, es posible. Casi todas las muertes súbitas en personas de más de 35 años, sean o no deportistas, se deben a un infarto, y también la tercera parte de las que se dan en personas más jóvenes. Las demás causas de muerte súbita en deportistas jóvenes tienen relación con el corazón y se deben a trastornos de índole eléctrica (displasia arritmógena, canalopatías) o enfermedades del músculo del corazón (miocardiopatía hipertrófica), casi todas congénitas y muchas veces inadvertidas.

El ejercicio moderado habitual es uno de los factores que protegen de padecer un infarto, pero dicha protección se torna en riesgo cuando es excesivo, como es el caso de los deportistas profesionales. Estos, además, pueden presentar otros factores de riesgo no relacionados con el ejercicio, como colesterol alto, tabaquismo o hipertensión, experimentar con frecuencia situaciones de alto estrés y, en casos extremos, recurrir a regímenes o fármacos que pueden ser perjudiciales.

La pregunta más habitual estos días es ¿cómo es posible que no se detecte una enfermedad cardiaca en personas tan controladas médicamente como los deportistas de élite? Puede darse el caso.

Hay que intensificar la atención cardiológica en los deportistas profesionales. Los hechos evidencian que, si bien se producen fatalidades, quizás sí quede todavía un margen importante de atención médica cardiológica que sea necesario revisar.

No debería de haber ninguna plantilla profesional en el mundo del deporte sin seguimiento permanente de su cardiólogo. Éste debería además realizar pruebas permanentes a los deportistas, utilizando toda la batería de medios diagnósticos del más alto nivel de que hoy disponemos. Para hacer deporte no hay que ir agobiado, porque es síntoma de que algo malo te puede pasar.

Algunas de las enfermedades cardiacas antes mencionadas son difíciles de descubrir y a veces sólo se pueden diagnosticar tras una exhaustiva búsqueda, que incluye exploraciones instrumentales como ecocardiografía de alta resolución, resonancia magnética, tomografía digital multidetectores o estudios cruentos electrofisiológicos y coronarios.

Lamentablemente, muchos clubes deportivos ponen mucho más énfasis en asegurar el estado de músculos, tendones y articulaciones y prevenir lesiones en sus profesionales, que en aprovechar las posibilidades de dichas técnicas para estudiar el corazón y prevenir su complicación más trágica: la muerte súbita. Tampoco la legislación les obliga a hacerlo. Es difícil sospechar la presencia de enfermedad cardiaca si no ha habido antes ninguna manifestación; cuando hay síntomas, es obligado emprender un estudio completo hasta dar con su explicación.

Entonces, ¿es bueno hacer ejercicio o no? Sigue siendo cierto que practicar ejercicio moderado es beneficioso para la salud en general y para el corazón en particular. Esta recomendación es válida para todo el mundo, a cualquier edad y en ambos sexos. Los dos consejos más importantes al respecto son: 1) Nunca se debe hacer un esfuerzo desmesurado, entendiendo como tal aquél durante el cual la persona está incómoda, para que la actividad sea saludable quien la practica debe ir siempre holgado. Y 2) Toda persona mayor de 40 años que nunca ha hecho ejercicio regular y que desea empezar a hacer algo más que andar debe realizarse antes un estudio cardiológico que incluya ecocardiograma y prueba de esfuerzo.

En resumen, el deporte profesionalizado acarrea mayor riesgo de muerte súbita cardiaca. Debería, por tanto, ser objeto de estudio y prevención activa utilizando juiciosamente las amplias posibilidades de técnicas diagnósticas de que dispone la cardiología moderna. Para las demás personas, el ejercicio moderado es saludable. Por eso debe promocionarse y practicarlo todo el mundo, con las debidas precauciones y controles.

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